lunes, 26 de noviembre de 2007

AUTODIALOGO


- Compañera,
¡ábreme el corazón!
Permíteme penetrar
en tu intimidad
para decirte,
para hablarte,
para removerte
la letra muerta
y los pasos habituales.


- Compañera,
no estoy muerta.
Mi sangre corre
aún por las venas
cotidianas ...
por eso lloro ...
me angustio
y temo, ansío,
sueño, camino
y me caigo
a rodar
por la pedregosa
cuesta de los días.

(Iquique, 1993)

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